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Templo de San Blas: un lugar turístico imposible de perderse

Colaboración del maestro Christian Medina, investigador del INAH

Hoy en día el templo de San Blas de Pabellón es conocido como uno de los ejemplos del barroco regional más importante y mejor conservados que tenemos hasta nuestros días y que hacen de este espacio un lugar turístico imposible de perderse tanto para los aguascalentenses como para los turistas.

A finales del siglo XVI las tierras que existían en el norte de Aguascalientes, se localizaban a la vera del Camino Real y sobre la Cañada de San Blas, que con el paso del tiempo se conocería como la Hacienda de San Blas de Pabellón.

Con el tiempo y gracias a la agricultura y ganadería que se desarrolló, esta hacienda llegó a ser una de las más grandes de la región y fue a mediados del siglo XVIII que su dueño, Lucas López de Fonseca logró consolidarla y acrecentarla con diferentes construcciones dentro de las que destaca el templo que mandó erigir para venerar al santo patrono del lugar.

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El templo de San Blas fue terminado en la segunda mitad del siglo XVIII , donde hasta hoy en día se puede observar en el lugar central una imagen de la Virgen de Guadalupe pintada por José de Alcívar, uno de los más grandes pintores novohispanos.

En la nave del templo, que fue objeto de una restauración completa y profunda auspiciada por el pueblo y respaldada por el INAH hace un par de años, se puede apreciar una tribuna (balcón) provista de su celosía para que los dueños de la hacienda pudieran escuchar misa desde un lugar apartado del resto de la población y no ser vistos si así lo deseaban.

La fachada del templo combina la presencia de tres esculturas (San Blas, san pedro y san Pablo), con algunas pinturas que se ubican a los lados de la puerta y que representan un par de ángeles armados de espada y cimitarra que custodian la entrada al lugar sagrado.

Restauración por parte de INAH:

Foto: El Heraldo

Parte importante de este espacio es la restauración y rescate que se realizó de la pintura mural que cubre sus muros y que en la entrada a la sacristía conserva una imagen alegórica sobre la salvación del hombre al momento de la muerte, además de las columnas pintadas que recorren la nave del templo y que simbolizan los 12 apóstoles de Cristo sobre los que se fundó y  sostiene la Iglesia.

Cabe resaltar la pintura que recubre los muros de su bautisterio, un pequeño espacio cuadrado dedicado a que los niños que vivían en la hacienda recibieran el bautismo y que por la técnica utilizada nos remite al siglo XVIII.

Dentro de los trabajos de restauración, se colocaron campanas nuevas, por lo que las antiguas campanas del siglo XVIII fueron bajadas de la torre y colocadas en el atrio de la iglesia con el fin de conservarlas como sonoro testimonio de las épocas que el templo ha tenido a lo largo de sus 4 siglos de existencia.


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