Colaboración de Alejandro Basáñez
Al borde de un acantilado en la carretera 70, Aguascalientes-Calvillo, kilómetro 33 hay una colosal cabeza chichimeca, una enorme escultura que mide 12 metros de altura por 10 de ancho y 7 de fondo y tiene una masa de casi 2,000 toneladas.
La colosal cabeza comenzó a ser esculpida al final del siglo pasado por Juan Justo Zarate, quien es oriundo del estado de Oaxaca. Para crearla, se inspiró en la conquista de Tenochtitlan y en la lucha de los indomables chichimecas. El entusiasta artista oaxaqueño cuenta ahora con ayuda para terminar su obra maestra lo más pronto posible.
Conoce un poco más sobre la historia chichimeca
Tanto los hombres como las mujeres chichimecas llevaban el cabello hasta la cintura, suelto o trenzado. Los guachichiles y guamares lo teñían de rojo, así como todo su cuerpo. Usaban adornos como collares y aretes. Vivían en cavernas, agujeros o chozas de paja. Las chozas, como nidos de pájaros, a veces estaban colocadas debajo de árboles o sobre las salientes de un acantilado. Los españoles solo podían ubicarlos por los humos de sus fogatas.
En la región, siempre escaseaban los alimentos; por ello, estos indígenas cultivaban maíz y algunos tipos de calabaza, dependían de la miel de abeja, tunas, mezquites, bellotas, ciertas semillas y raíces. Los chichimecas eran excelentes cazadores y no despreciaban ningún alimento, comían desde gusanos, víboras, ratas, ranas, conejos, aves, peces, ciervos, mulas, caballos, reses y cualquier otro animal. Por lo general, ingerían los alimentos crudos o parcialmente asados. Su gusto por la carne de res, introducida por los españoles, fue un factor importante tanto en la guerra como en la paz.
Al parecer eran grandes conocedores de plantas y semillas que funcionaban como drogas. Se embriagaban frecuentemente con néctares de maguey, tuna o mezquite. Como medida de control, nunca se emborrachaban todos al mismo tiempo, siempre dejaban a un destacamento para prevenir el desorden y los ataques sorpresa de sus enemigos.
Los chichimecas creían que al comer hombres, animales y plantas podrían adquirir las cualidades de estos. La sangre era sagrada para ellos y tenía cierto significado ritual: al nacer el primogénito, los parientes y amigos hacían incisiones en el cuerpo del padre, con instrumentos agudos, hasta que quedara cubierto de sangre.
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Para defenderse de los malos espíritus y las epidemias, rodeaban sus campamentos con arbustos espinosos. Temían a la brujería y tenían sumo cuidado de no dejar objetos ni cáscaras de tuna cuando pasaban por territorios enemigos.
¿Cómo se acabaron los chichimecas?
Entre 1548 y 1589, la corona española arremetió con fuerza contra los chichimecas, iniciando una lucha sangrienta y sin cuartel, que fue conocida como la Guerra Chichimeca. Esta llevó a la ruptura definitiva del modelo de vida de este pueblo. Durante cuatro décadas, las tribus fueron perseguidas, disminuidas, desmembradas y casi exterminadas del norte de la Nueva España. Por fortuna, no desaparecieron por completo: hay pruebas de que esta lucha se extendió hasta el siglo XVII, cuando se consiguió la desaparición de sus asentamientos y los indígenas sobrevivientes tuvieron que adaptarse a la vida de las nuevas urbes españolas como Zacatecas, Aguascalientes y Lagos de Moreno.

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